Larga es la lista de los derechos humanos. La aprenden en seguida los cuentacorrentistas, los consumidores, las beatas de misa de alba, los matarifes, las capadoras, los maletillas y los encopetados funcionarios, los abogados, los médicos, los notarios, los arquitectos y los ingenieros de primera y de segunda. Cuesta más darse cuenta de que más que la lista importa el Derecho Natural, que ya habían pensado derogar, y su anclaje en la Ley Eterna, y no me vuelva a citar a Nieztsche porque resulta que, muerto Dios, lo echaba de menos y rebuscaba porque, más que muerto, acabó por reputarlo escondido.
Se dan de baja los niños en clase de Religión, o los dan su padre y su madre, que ¿para qué vale eso? –preguntan- ¿proporciona perspectivas para saltarse el paro?
Día tras día, que no decaiga, se les sube algún preboste al ambón y les repite que aguanten un poco, que ya se atisba la otra economía de más allá de la muga del paro y de los escépticos.
Los escépticos, dice el de siempre, son los de siempre.
-¡Pero hombre, déjate de mirarlos y describirlos!, haz tú algo, tú que eres, además de bienintencionado, tan listo y estás flanqueado de lumbreras excepcionales.
Cada vez que arranquéis a un humano parte de su cuerpo o alimento de su alma, habréis creado un inválido.
Podréis decir y hacer cuanto os dé la gana al respecto, pero será un inválido aquel a quien falte un brazo o una pierna y lo será aquel que no disponga de una religión en que tener puerto de atraque para el alma velera. Y empecinarse en lo contrario llevará a quien como quiera que sea lo ensaye, a la catástrofe de su organigrama sociopolítico. La política tiene alma, también: es la filosofía, cuyos caminos acaban siempre en los mismos misteriosos interrogantes a que sólo puede dar indicios de respuestas la religión.
-¿Y si Dios hubiera muerto?
-Tendrían ustedes que inventarlo, y, por eso, resucitó. Escuchen el alboroto de campanas de cualquier Sábado de Gloria.
-Paparruchas.
-Es posible, cabe negarse a escuchar, pero … ¿responde eso a las preguntas?
No hay comentarios:
Publicar un comentario