Os cuento, desde Asturias, que la única persona que podría poner en marcha este Principado, con esfuerzo, imaginación, trabajo y decisión, sería Paco Alvarez Cascos, digan lo que digan unos y otros, detractores y partidarios.
No es un hombre afable, en la vida política, que le ha enseñado a ser duro, esquinado y rebelde, circunstancias todas a que debe añadirse la natural soberbia del ego de quien vale para hacer lo que se propone, pero es el único capaz de ponerle figura, vida, plan y proyecto a esta Autonomía, castigada hasta ahora a vagar errática por un desierto de incertidumbres, vacilaciones y aparente incapacidad.
Sólo aparente. Que este es un pueblo audaz, trabajador, duro y capaz, libre y liberal por tradición, crítico por antiguo y sabio, ilustrado y, aunque escéptico, soñador. No necesita más que la punta de lanza, la necia terquedad de querer ir hacia la salida de estas crisis.
Es posible que su candidatura, traiga las siglas que quiera, se deseche en las urnas y perdamos la ocasión. Asturias lo pagará y regresará a su condición de agreste lugar donde, paraíso natural, habrá trabajo y subsistencia posible para algo menos de medio millón de personas. Otro medio millón largo tendrá que volver a emigrar como entonces, como siempre que, como diría Ionesco, nos empeñamos en girar y girar mirando al suelo, hasta olvidar que existen las estrellas.
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