Tiendo la mano
para tocar tu cuerpo, que no está,
y, de nuevo,
envejezco, ahora en un solo instante
como si nunca hubiera sido ayer y un largo
espacio de soledad
no fuera sino el tiempo
de cuando no lo había y ambos fuimos
sólo proyecto,
luego fallido por aquella torpeza adolescente.
Era todavía
y te buscaba ya, necesitado,
es ya
y cuando todo hubiera
debido
ocurrir,
extiendo
mi mano
y es pasado, lo que debió haber sido
y no fue nunca
futuro.
¿Dónde suicidamos,
cuándo,
la trayectoria de una vida imposible?
¿Dónde quedó,
cuándo,
ensimismado, nuestro sueño?
Tiendo la mano, y de nuevo
me engañan
el recuerdo de la imaginación de tu figura,
y el de la inminencia
de tu voz.
Dime, por lo menos,
será nuestro secreto,
que todo podría haber sido.
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