martes, 6 de mayo de 2008

Los misteriosos ruidos de la noche, unos
habituales, conocidos, pero otros,
tal vez estás en un hotel desconocido de una desconocida ciudad,
llenos
de misterio, un grito humano lejos,
rechinar de tablas,
el cansancio renqueante de una máquina que mueve
puede que el mundo
y que solo se escuche
desde este preciso lugar, un temblor de los cristales,
el ulular súbito
de algún coche oficial, que te inspira una novela, que,
antes de concluir
te quedas, me quedo
dormido
y ahora, al despertar, enfrascado en mi zumo de naranja,
los churros y el café
olvidé desgraciada,
irremediablemente.
Podría haber sido un éxito de ventas.

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