En realidad, he de confesar, que se trata de mis digresiones. Por eso, advierto que para cualquier curioso lector, podrían ser poco interesantes, intrascendentes, banales y hasta aburridas. Entonces -me pregunto- ¿para qué las escribes? Aún no he hallado respuesta para esta pregunta.
lunes, 4 de agosto de 2008
Al doblarse su tallo, la rosa, e inclinar, derrotada, su hermosura, sólo en apariencia, porque volverá a nacer en cada rosa, hoy, acaba de reinventar la tristeza.
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