martes, 5 de agosto de 2008

Que dice el señor ministro del ramo que la suya es la asignatura más importante y que hay que cumplir hasta la última letra de sus órdenes ministeriales escritas en letra pequeña, que las demás asignaturas, que bueno, que son como si dijéramos de relleno.

El señor ministro, tal vez señora ministra, engolado, pero a la vez englobado por la crisis, que ahora ha dicho otro señor ministro que era y es verdad, que la había, y que es grande y gorda, como dice mi nieta, como una gallena, que tiene, digo yo que tiene que tener, en el bestiario verbal de mi nieta, algo de galleta y otro poco de ballena.

El señor ministro, la señora ministra y el resto del personal de mando, se habrán ido estos días de canícula de vacaciones y hacen bien. Nos dan un descanso a los pobrecitos soñadores, a la hormigas y a los hormigos y los hormigones de la hilera nutricia del hormiguero, que leemos atónitos las cifras de fichajes, rentas, gabelas y traspasos de los ases del balompié. Que a pesar de todo, o tal vez por ello, a veces se ponen melancólicamente tristes y han de ir de un equipo a otro con sus malabarismos a cuestas y la larga cuenta de sus ingresos múltiples, variados, en dinero y en especie. Tanto, que hasta el mundo se calienta de ira. ¿No tendrá algo que ver lo del calentamiento global con la ira? Hubo unas “uvas de la ira”, podría, cualquier día, escribirse “los balones de la ira”. ¿Crisis?

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