domingo, 17 de agosto de 2008

Molestan los comentarios de esa discreta escritora que se lamenta de no poder estado sola en sus visita turísticas. Se la estropearon las multitudes, como a mi pariente que siempre había sido rico, en su día, cuando se quejó en público de que ahora las carreteras están llenas de lo que él llamó gentuza, que te estorban y no le permiten disfrutar de la potencia exclusiva de su excelente coche nuevo de fabricación exclusiva. A esta chica en cuestión le estorba el número, la inquieta una concurrencia que la distrae de sus posibles éxtasis. Llega a protestar porque hay demasiada gente que hace un número excesivo de fotografías, que ojalá –añade- les salgan mal. La ausencia de adjetivos con que hablo de ella es deliberada. Me niego a ser su cómplice, por mucho que personalmente me moleste incluso la idea de poder coincidir con ella en una visita, o, lo que sería peor, un recorrido turístico. Dejadla, os recomiendo, que se cueza en su salsa de erudición sin sabiduría, de ni siquiera ingenio, enfrascada en el intento de volver a escribir y que interese lo que diga. Es su gran ocasión. Para escribir, puede uno ir siempre de soledad en soledad, estarse enfrascado y lejos, sin que la multitud, la chusma, la plebe, la hermosa gente, tenga nada que decirle ni la pueda molestar, ni siquiera ayudar. En mi modesta opinión, le falta aprender la difícil lección de que para ser, un ser humano, ha de ser humano en su grupo.

1 comentario:

Ángela dijo...

Muchas gracias por ¡escribir/leer en mi blog, perdona por no haberte escrito antes, pero es que he tenido muy poco tiempo ultimamente. Cuentas cosas interesantes, enhorabuena por las bosco digresiones
un beso!