viernes, 29 de agosto de 2008

No temas a la muerte –aconsejaba Séneca- porque no se queda con nosotros, o no llega o pasa.

Hay un doble consuelo en la lectura sucesiva, alternando, de las cartas de Séneca y la lectura que hace del credo Hans Küng, allá en los linderos más conflictivos de la fe. Sostengo que los más creyentes en algo están siempre en la frontera, que exige mucha más convicción que la que asiste a quienes se instalan en medio de la caravana, en el centro del país, donde la duda y el peligro son más remotos y se llega a pensar que no podrán llegar con sus dentelladas.

Por eso ahora los peligros están donde más frágil es la moral social, el sentido común de la necesidad de convivir con lo diferente sin perder la propia identidad. Y las crisis, las dudas y los bárbaros, donde con mayor facilidad se producen, nacen y se desarrollan es en el regazo social donde la molicie nos ha hecho más débiles y vulnerables.

Veo la propaganda de un libro que habla de los héroes de la literatura universal. Por el número de páginas ya adivino su más que probable insuficiencia.

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