Dudo que hayan tenido sus autores la múltiple y a veces pintoresca intencionalidad que se les atribuye. Ya de por sí, la narración de algo imaginario, por mucho que se inspire en vivencias del autor de que se trate, tiene la suficiente dificultad como para que ni se entere el narrador de que refleja movimientos culturales importantes de grupos sociales numerosos.
No me parece que en la mayoría de los casos, cada autor haya hecho más que contar la historia, sin más ni mayor propósito generalizador, de los protagonistas o de sus familias. ¿Qué de ahí puedan inferirse cambios de costumbres o mudanzas colectivas de convicciones? Pues a lo mejor, pero no porque el autor lo haya intentado, sino porque sus personajes se han movido, actúan, viven con arreglo a épocas, en algunos casos de crisis sociales de mayor o menos envergadura y trascendencia.
Rebuscamos laberínticas interpretaciones esotéricas a partir de las aventuras incluso de protagonistas de viñetas de éxitos tan evidentes y notables como las de los personajes de Schultz, Tintín y Milú, Mortadelo y Filemón o Flash Gordon, los hombros de los cuales intentamos cubrir con los sambenitos de los vicios de la época o de cuyos pescuezos colgamos las condecoraciones y medallas de sus virtudes.
Es más sencillo, me parece, que todo eso. Cada narración se refiere a la época en que las aventuras narradas tuvieron supuesto lugar. Y los protagonistas, antagonistas y personajes secundarios, rodeados del ámbito circunstancial de cada momento de la historia, retratan y reflejan la realidad de su tiempo y contiene la narración a personajes que son héroes o malvados con arreglo a los cánones culturales coetáneos, vistos además desde la óptica subjetiva de cada autor.
La retórica, la filosofía, las supuestas intenciones moralizadora, didáctica o crítica del autor, no están sino en la mente del lector atento, que entabla profundos diálogos con el narrador, toma notas en los márgenes, hace llamadas a pie de página y obtiene de cada libro y lectura, posibles pistas de nuevas interpretaciones históricas mediante que supone la posibilidad de establecer el momento en que un continente, una nación o un pueblo mudaron algún criterio colectivo, como si tal fuese hecho que hubiese ocurrido nunca en un instante, como la caída del supuesto o real meteorito que habría extinguido a los dinosaurios.
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