En realidad, he de confesar, que se trata de mis digresiones. Por eso, advierto que para cualquier curioso lector, podrían ser poco interesantes, intrascendentes, banales y hasta aburridas. Entonces -me pregunto- ¿para qué las escribes? Aún no he hallado respuesta para esta pregunta.
martes, 9 de diciembre de 2008
Sólo hay una ocasión de hacer las cosas que deberían hacerse en cada ocasión. Todos hemos vuelto a casa dando vueltas en la cabeza a lo que deberíamos haber dicho o hecho, pero cuando ya no es tiempo. Hay algo que falla, o puede que lo más cierto sea que no deberíamos haber hecho o dicho lo que creemos haber omitido y es mejor que haya sido como en realidad fue, por más que nos haya quedado este desasosiego, la duda, la inseguridad con que, a pesar de todo, debemos seguir intentando salir del laberinto. La realidad es lo que dijimos, hicimos o dejamos de hacer o decir. ¿Quién escribirá y dónde lo que cada día ocurre en la soledad y el silencio? Hay un libro de historia, supongo, que se escribe en las páginas de la memoria del tiempo. Vete a ver quién será allí protagonista, con la cantidad de héroes que hay a nuestro alrededor, anónimos, en este preciso momento, sin que sepamos nada de sus prodigiosos esfuerzos.
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