Eres la única palabra
que sé decir en silencio. Eres
mi amor, el sueño ahora imposible,
de volver a soñarte, de inventar
de nuevo tu presencia
como el nacer de un día impredecible,
tal vez primero o último.
Eres aquel amor que te decía,
sin decir nada, sin saber de ti, sin conocerte
cada vez que pasabas por la calle
donde no estaba yo ni estaba nadie.
Porque no hay calles, donde el amor
ni hay nadie
que lo entienda cuando es amor de veras,
este fuego
implacable,
esta sed insaciable de echar agua
en el desierto
para encender la sombra de sonrisa
en que consiste una flor
sin nombre todavía.
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