domingo, 18 de abril de 2010

Tengo la máquina de pensar llena
de basura
y cenizas.

Días como hoy
lo mejor sería estarse callado, pero
¿quién cierra el paso al río
de las palabras?
Podría desbordarse su caudal
desmesurado siempre. ¿Quién
puede medir,
limitar,
recortar
esas palabras que salen a borbotones de la boca
cuando me ciega cualquier sentimiento?

Está mi lengua, como esos perrillos temblorosos,
a la puerta,
esperando que le abra, que abra la boca,
para salir corriendo,
diciendo.

Por eso, me repito,
lo mejor es callar. Tente, no digas,
Román,
estate como el búho,
en silencio, mirando,
atravesando,
la noche con ojos de búho,
de besugo,
como si no supieras, como el pájaro, como el pez,
no supieras
hablar.

Pero hay días,
como hoy,
que estoy ciego hacia fuera, que no veo
más que la esquina más triste de mi alma
gris,
niebla.

No hay comentarios: