En realidad, he de confesar, que se trata de mis digresiones. Por eso, advierto que para cualquier curioso lector, podrían ser poco interesantes, intrascendentes, banales y hasta aburridas. Entonces -me pregunto- ¿para qué las escribes? Aún no he hallado respuesta para esta pregunta.
domingo, 4 de abril de 2010
La nueva perrita, algo de rata, peluche, conejo blanco, ladridos de juguete y aprendices de dientes, es lista como una ardilla y no para de explorar, constantemente urgida, agitada, nerviosa, cuanto se mueve a su alrededor. Desaparece con un zapato en la boca y reaparece arrastrando una manta enorme, con visible esfuerzo, pero inquebrantable decisión. En el camino, encuentra una gallete, suelta la manta y se come la galleta. Entre dos y tres meses -nació el 29 de enero- y tal parece que quisiera comerse en seguida el mundo, o pararlo, o tal vez empujarlo para que gire más aprisa.
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