La nueva sociedad tendrá que disponer de una organización capaz de crear riqueza y de mecanismos por medio de que esa riqueza se reparta y alcance a la mayoría de los ciudadanos. Una riqueza social tiene dos manifestaciones: la material y la moral y cultural.
Sólo medidas encaminadas a crear y distribuir la riqueza social entre los humanos asociados serán útiles para salir de una crisis que no es más que un estado social colectivo de incertidumbre y desconfianza agravadas por el hecho previo de que repitiéndolas en vacío, los más influyentes de los hombres, que son los que representan y gobiernan a los diferentes grupos, han vaciado las palabras hasta tal punto, primero de su significación y luego incluso de su concepto, que en lo sucesivo nos va a ser más difícil entendernos y ser capaces de ponernos de acuerdo como es imprescindible.
El primero de los principios de la nueva sociedad es que el trabajo colectivo debe generar la doble riqueza moral o cultural y material para facilitar el desarrollo colectivo, en paz, justicia y libertad de todo el grupo y de cada persona de las que lo constituyen.
Nadie es libre, si no participa de esa doble riqueza cultural y material, y mientras haya en el grupo social una persona o un colectivo que no sea libre, la sociedad estará enferma, es decir, de algún modo actual o potencial, en crisis.
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