¿Será, esto que soñamos a veces, estas utopías, el vago recuerdo de otra vida anterior, un mundo diferente, de que estamos desterrados, o será la esperanza del futuro deslumbrante que nos espera?
¿Será inexorable que regresemos, o lo será en su caso, que lleguemos? ¿Cabe perderse para siempre en el camino?
Imagino a veces un laberinto que recorre mis terrores de niño, donde la imaginación iba creando, sin cesar, imágenes inalcanzables. Se puede llegar a pensar, sobre todo cuando eres todavía el proyecto de ti mismo, embarazado de sueños, que el bien y el mal son inalcanzables, que no existe sino una especie de limbo en que flotábamos borrachos de lecturas todavía entendidas a medias, como si aquello, es decir, esto de vivir, nos fuese algo ajeno y cupiera la posibilidad de pasar como viajeros, turistas, meros espectadores por todo lo que nos ha atrapado entre Scila y Caribdis, el miedo y la confianza, sin posibilidades de certeza.
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