viernes, 12 de agosto de 2011

Debe ser estupendo saber tocar un instrumento cualquiera, aunque yo preferiría el piano, la guitarra y el saxofón, por este orden, y, casi en seguida, la viola. Poder irte a un rincón solitario y tocar la música preferida, a uno u otro ritmo, sin tener en cuenta los consejos de la partitura, según cada estado de ánimo.

Y debe ser estupendo hablar por lo menos tres idiomas, además del propio, y participar en una conversación con gente de otras nacionalidades, que los hablen y comentar con cada cual el objeto de contraste en su propia lengua, usando de los giros habituales, con sus frases hechas incluidas.

Me conformo con imaginarlo, durante este mediodía de verano, agobiante por la excesiva humedad y mis kilos de más.

Según paso junto a un grupo, sin querer oigo a un desconocido que dice a otros reunidos con él, interrumpiendo por cierto el paso por la acera, que él no podría mantener su dedicación si le retirasen las subvenciones. Se montan negocios sobre subvenciones. No hace mucho, un amigo me decía que su empresa funcionaba “lo comido por lo servido”, con una cuenta de resultados plana y lo que gana cada año es el importe de la subvención que viene recibiendo y este año se retrasa, no se si …

Curiosa economía para un país cuyos administradores decían hace tan poco que marchaba bien.

Me pregunto lo que va a pasar este otoño que viene, cuando la gente vuelva de las vacaciones y se tope con los “eres”, las “congelaciones” y los “recortes”.

Que yo sepa, ojalá me equivoque, no hay todavía nadie planificando el aterrizaje forzoso que nos espera y que siempre podría ser menos grave si se hiciera con arreglo a una previa planificación.

No sería tal vez ninguna tontería, me parece a mí al menos, que preguntásemos a los influyentes, a los que más representan y mandan en la vieja Europa, ese por ahora vago concepto, si no tienen pensado hacer el descomunal esfuerzo imprescindible para ensamblar entre este año y el que viene la Europa Unida de nuestros impenitentes sueños.

O hay que hacerlo ya o entre todos tenemos que empezar a imaginar algo alternativo.

Porque si no, esta caldera que estamos viendo que pita irritados por un escape y por otro borbotea indignados, correrá serios peligros. Y cuando se genera demasiada energía, más de la que se consume, hay que poner y pronto válvulas de escape, desaguaderos, salidas de urgencia. La vida, la vitalidad de la especie humana, es la mayor y más poderosa energía imaginable.

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