Se me sumerge el pueblo en fiestas, y, al salir, está la misma trampa del dinero escaso y las promesas abiertas de cuanto van unos a hacer y otros a acontecer, sin que ninguno diga lo que en realidad hace falta, que es retornar a la realidad de que no hay ni más cera que la que arde ni más dinero que el contante y sonante.
Alguien me susurra en seguida que las empresas deben jugar con el crédito y con las misma presteza le contesto que sí, que a lo mejor es así, pero que ese crédito con que se juegue debe pedirse con estudio previo del modo y el tiempo de su amortización, por que de lo contrario, una casi larga experiencia, me dice que siempre, a la hora de la cuenta, se pide cada año un poco más y al final se rebasa, con ilusión, e incluso muchas veces con la mejor voluntad, la posibilidad real.
Pasa como con las fiestas periódicas, que todas, como es lógico, se convierten, en el lindero de su víspera, entre las memorias superpuestas de sus anteriores celebraciones y la ilusión de una próxima, todavía imaginaria, en maravillosos eventos muy por encima de lo que la realidad de las cosas permite.
No insistiré, otra vez la experiencia, me dice que es inútil, que ya estamos abocados a sufrir las consecuencias de no haber prevenido a tiempo y negarnos a remediar cuando todavía lo era. Ahora no queda más solución que la de hacer esfuerzos y sacrificios, ambos dolorosos ejercicios de la necesidad, que brota donde la voluntad no anduvo a tiempo.
Lo único que cabe añadir es que cuanto antes los hagamos, serán menores y dolerán menos a un cuerpo social que está inexorablemente llamado a una metamorfosis cada vez más complicada por los esfuerzos que se hacen para no hacer los esfuerzos que casi todo el mundo sabe que son los imprescindibles.
En otro orden de cosas, parece que cae otro presidente de otro país distinto del modelo oficial. Y de nuevo se habla de ello y de nuevo salta a la vista que cada vez que ocurre se evidencia con mayor claridad que una numerosa cantidad de comentaristas políticos hacen muy peculiares diferencias entre su interpretación de parecidos modos de actuar de cada personaje no democrático que se erige de uno u otro modo en jefe de su grupo social. Y se plantea de nuevo una grave incógnita respecto de si cabe o no exportar el modelo oficial, como yo le llamo, de uno a otro de esos grupos sociales, sin tener en cuenta sus particulares y muy diferentes características de posible convivencia social, sus circunstancias, su cultura.
Evidentemente, el mundo es un gigantesco laboratorio de ideas y experiencias en constante ebullición de probaturas e hipótesis. Un hermoso y apasionante espacio que a los más viejos por eso nos cuesta tanto abandonar hasta que llegan el cansancio, la impotencia y esos dolores que como dice un viejo conocido, cuando te loe encuentras cada mañana, te preguntas si serán de los volanderos o de los que vienen para quedarse, igualito que los sistemas y las ocurrencias políticas y económicas.
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