martes, 30 de agosto de 2011

Todo en el Planeta se mueve sin cesar. Es la dinámica de la vida. Cuanto se aquieta es que ha muerto o que murió hace tiempo sin que nadie se diese cuenta, que a veces pasa, como con los árboles, que Casona nos recordó que mueren de pie.

Un bazar chino me vende media docena de comederos en que reparto por el patio alpiste para los pájaros. Los gorriones, que ahora ralean, bajan y picotean, las lavanderas deben tener otra dieta porque me parece que se acercan, olisquen, pero no comen. Tampoco se acercan los mirlos. Ayer, había un jilguero.

Un niño se quejaba de miedo, hace poco, una tarde de este verano, cuando pasaba yo con la perra de casa, Laila, porque una gaviota posada sobre el contenedor de basura se le había quedado mirando y riéndose. Cada vez hay más. Gaviotas. Debe ser que cada vez ensuciamos más las costas, y ellas, carroñeras que son, a pesar de la apariencia impoluta de su elegancia, se multiplican para limpiar. Lo de reidoras es que parece que lo hagan y por eso, a unas de las que por aquí abundan les llaman “reidoras”. De niños, tristes experiencias nos decían que cuando van volando, apuntan para cagarte, si puede ser, el traje de los domingos, que entonces los había, escoceses o azul marino, primero de pantalón bombacho, luego de mayor ya, y cuando acertaban se reían, según nuestra interpretación infantil, que yo creo que a pocos caen simpáticas, sobre todo si has sido niño y se te ocurrió acercarte por el acantilado o las peñas a sus nidos en época de cría y te amenazaron e incluso atacaron con la inusitada fiereza que se gastan en defensa de los huevos o la nidada.

Mucha gente ha dado en alimentar a los patos y las ocas del río, y, a sus horas, viene la bandada de las gaviotas, que luego entretienen el ocio rompiendo y las bolsas de basura de los portales y desperdigando su contenido por las aceras. Es todo un deporte tirarles mendrugos que cogen al vuelo.

Releo a Manuel Fernández Alvarez, en su Jovellanos, el Patriota, y allí, textos y testimonios de la ilustración de Jovellanos, que permiten atisbar su personalidad, cada vez más difuminada, pese a estar cada vez más estudiada, porque el tiempo es un poderoso difuminador, y nuestros modos, costumbres y cultura, cada vez más diferentes de aquéllas, distorsionan lo circunstancial de una personalidad de hace más de dos siglos. Hay, sin embargo, en los textos y cada atinada interpretación del autor de este libro, evidente testimonio de la tragedia con que cada generación resulta alcanzada por los cambios derivados del hecho de que todo se mueva, cambie y fluya. Sobre todo cuando se contempla la trayectoria de personas como Jovellanos, que se ven implicadas o se implican en lo que está ocurriendo, y así sintetizan en su personalidad lo que pasa al conjunto, respecto de algunos sin que se enteren siquiera, que de todo hay en la viña, y respecto de otros porque les importa un comino cuando no concierna directamente a sus intereses y ambición.

1 comentario:

MARCELO dijo...

La vida es aquello que te va sucediendo mientras te empeñas en hacer otros planes.
John Lennon (1940-1980) Cantante y compositor británico