miércoles, 29 de agosto de 2012


-¿Cómo te llamas? –dice Homero que preguntó Polifemo al astuto Ulises, que otros llamaban Odiseo, el de los pies ligeros-

-Nadie –contestó Ulises- Me llamo Nadie.

En un momento, cualquiera de nosotros, como Ulises, dejamos de ser alguien, abandonamos nombre y apellidos en la parcelita de esa nota que ponemos, tratando a veces, con ingenua soberbia, vanidad habitual, para informar al mundo que acabamos de irnos y ya está.

Con la singular diferencia de que Ulises, lo que pretendía, y logró, el muy gran truhán, era sobrevivir y llegar a Itaca, donde Penélope y Telémaco se iban arreglando con sus trucos, artimañas y martingalas.



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