martes, 25 de mayo de 2010

Por las mañanas, en el kiosco de periódicos,
intercambian opiniones sobre el tiempo que hace
los jubilados de la bolsa del pan,
el supermercado,
la carne, -parece –dice el primero-
que hará sol;
-prefiero un día gris –comenta el más bajito-;
-pues a mí –opina el más gordo y grande-,
me da igual, porque pienso refugiarme en mi butaca,
mi rincón,
mis libros.

Por las mañanas, en el kiosco de periódicos,
se suele formar un curioso casinillo, una tertulia,
sin discusiones, de lo más heterogéneo,
capitaneada por ese señor malaspulgas
a que siempre le parece mal todo. Hay que ver cómo opina,
pontifica,
asegura que el mundo está perdido
desde que le falta su concurso Nadie le hace caso,
más que la divertida periodiquera,
que le sigue la corriente,
lo anima,
-usted sí que sabe –lo azuza-

Por las mañanas, en el kiosco de periódicos,
hay también un revuelo de palomas
y un curioso hombrecito que habla solo
y opina respecto del estado de los arriates del parque
sin que nadie lo escuche, entre otras razones
porque no se le entiende lo que masculla. -


Por las mañanas, en el kiosco de periódicos,
está concentrada
toda la vida del planeta,
esperando la nueva, la desconcertante noticia
que nadie sabe todavía. -

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