domingo, 9 de mayo de 2010

Viene el sueño de puntillas, me alcanza y casi derriba mientras hago el crucigrama y la perrilla de aguas nueva en casa, humilde, pequeñísima, blanca, nerviosa, activa, va y viene con cualquier cosa que encuentra a su alcance, puede morderse y es capaz de arrastrar, condiciones que se dan en ropa interior, cintas, correas, calcetines, medias, muñecos, peluches, servilletas, papeles y cartones de todas clases. Viene, salta, me ladra, amaga un como ataque furibundo y acaba lamiéndome la mano. Se llama Laila. Lo primero, nada más llegar con tres meses escasos, recorrer la casa, olfatearlo todo, descubrir escondrijos, caminos y presas, dónde estaban la comida y el agua, lo que se dice tomar posesión. En un primer momento, las numerosas escaleras le hicieron torcer el morro, pero en seguida subió y baja como un cohete excitadísima cada vez que extendía a una habitación más sus depredaciones. Cuando gana el Barça, desde la puerta de un a cafetería local, tiran voladores. Laila los ha oído esta noche, se ha medio vuelto y los riñe. ¡Pero mujer –le digo- si es que ganó el Barcelona! Bueno, siendo así –me gruñe-, por una vez y sin que sirva de precedente … España, como siempre “partida por gala en dos”, se regocija y llora por el Barcelona y el Madrid, respectivamente, en su ciega carrera de este año, que es como una Maratón desmedida y desaforada.

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