sábado, 11 de abril de 2009

La religión, la política, el deporte …, todo forma parte de nuestra vida cotidiana, lo mismo que la vida familiar, la filosofía personal, el trabajo de todos los días y la relación, uno por uno, con los miembros del entorno. No hace falta que practiquemos. Quienes no lo hacen, son espectadores apasionados y si renuncian a serlo, les alcanzan, como sombras, las consecuencias de lo realizado por los demás o el resultado de su observación, que se plasma en el arte, la artesanía o cada descubrimiento o cada invento. Y resulta curioso. Pero cierto, que algunos nos realicemos mediante lo hecho por los demás: nuestro equipo que gana un título, el explorador que pisa Marte por primera vez, o que asciende a al cumbre del Everest, pinta ese cuadro o escribe ese libro o el poema que nos embelesan. “Somos los mejores” –decimos, cuando el realmente mejor, ese futbolista, ese escritor, el poeta que acertó con las palabras exactas, puestas en los versos mejor escandidos de cada estrofa del poema genial. Y siempre habrá en la oposición, convencidos de otra religión o del equipo rival, que digan que bah, no ha sido para tanto. -

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