lunes, 13 de abril de 2009

La tristeza es
como una playa en invierno,
como la sensación de soledad
de los niños perdidos,
como el río
cuando se hace torrentera y deja de escuchar,
de copiar
la vida de sus riberas.

La tristeza es la antesala de una nostalgia
sin retaguardia a que volver,
sin historia
en que amparar el futuro que viene.

La tristeza no tiene explicación
mientras estamos vivos,
somos capaces de recibir la luz, el sonido,
la belleza.

La tristeza
es sin embargo como un descuido del amor,
como si el buen padre Dios
hubiese vuelto, un momento la cabeza,
mirase
hacia otro lado,
nos hubiese olvidado
hacia el atardecer,
cuando todo
parece estar a punto de acabarse
y no me atrevo siquiera
a cerrar los ojos.

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