miércoles, 9 de marzo de 2011

El Barça ha eliminado al Arsenal. Sufriendo, sobre todo la inquietud de si entrará o no el gol, puesto que el partido resultó un soliloquio, jugado en sus casi tres cuartas partes por los del equipo que yo prefiero. Ustedes disculpen. Son muy libres de preferir otro y de odiar éste o despreciarlo, pero yo lo seguiré prefiriendo, supongo, cuando ya le he sido fiel en la adversidad, cuando tal parecía que ya no iba a ganar más, y en esta gloriosa época, que se recordará todavía cuando hayan pasado muchos años y sea legendaria.

La noticia es banal, mientras en el norte de Africa muere la gente a puñados y los diferentes foros parlamentarios del mundo se siguen perdiendo en palabras y las eventuales reacciones nacionales se dilatan por el aquel de los intereses de cada cual. Opino, con todos los respetos, debido o no, del caso, que se debería tratar de impedir por todos los medios al alcance del mundo civilizado, que siga muriendo gente, personas como tú y como yo.

Los periódicos reflejan una extraordinaria actividad judicial, que en el fondo no se traduce sino en resoluciones de trámite, palabrería y silencios en que se remansa y detiene el curso de la justicia, pendiente de que no se dañen los derechos por lo menos humanos de algún delincuente tan celoso de su personalidad que protestó y fue escuchado porque no le cortaban el pelo como a él le gustaba.

Miércoles, mercadillo, cielo encapotado, tal vez restregón del invierno sobre la tersura expectante de la mar. La mayor parte de la flota del puerto “anda a la caballa”. En los colegios, da una penúltima rabotada la gripe. Unos diez días para que se ponga la primavera sus collares y se arregle para una Semana Santa más.

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