Un mundo como el financiero, a la vez fuerte, cruel y sin embargo frágil, se experimenta algo parecido al escalofrío, cuando se descubre que la sociedad humana está cambiando y muchas de las estructuras de sus herramientas van a tener que modificarse sustancialmente o desaparecer para dar paso a otras en algún caso diferentes e incompatibles con éstas, que por lo menos en parte han agotado su función.
La preocupación cunde entre las “cajas”, bancos o bancas pequeñas, que nacieron con vocación comarcal de descentralización del aprovechamiento de los ahorros sectoriales, bajo las dos formas, o de ahorro o cooperativas, que ya estaban inventadas para intentar lograrlo. Cuanto más se movieron bajo un control y una administración privada y progresivamente profesionalizada, se hicieron más fuertes y solventes, pero, como consecuencia inmediata de su ratio existencial y su estructura, permanecieron en ser pequeñas, y, como subconsecuencia, vocación de territorialidad o de ámbito personal de prestación de sus servicios. Por añadidura, algunas, bajo control y con organización pública o semipública, se hicieron cada vez mayores, pero más frágiles y menos solventes.
La política social y la económica no pueden entrelazarse sin graves riesgos. No cabe asociar sin los consiguientes peligros al gobierno de la entidad prestamista a los miembros del gobierno de la administración prestataria.
Hacen falta sistemas, filtros, capaces de retener y mantener una parte de los recursos de determinados ámbitos personales y territoriales para reinvertir en ellos y mantener y en su caso recomponer sus economías, pero esos sistemas y filtros deben tener recortada su actividad en la medida de su función o deben hacer tránsito, cuando su vocación y sus posibilidades lo exijan, a modos y formas de entidad superior.
La mía, sin embargo, no es más que una opinión personal susceptible de que usted, quienquiera que la lea, la mejore, la discuta o la modifique. Seguirá siendo cierto lo de que una especie de escalofrío recorre el equivalente estructural de las espaldas de estas entidades financieras menores, inquietas ante la realidad global a que se asoma la humanidad.
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