viernes, 18 de marzo de 2011

La presentación de un libro convoca casi siempre a gente conocida. Intercambio de palabras. ¿Te acuerdas de …? Casi nadie se acuerda de lo mismo. La memoria selecciona, clasifica, almacena. El subconsciente difumina lo que no le interesa, aparta. La presentación de un libro proporciona experiencias. Escuchas, comparas con tus criterios. Vuelvo a casa de noche. Asturias, de noche, desde cualquier carretera que pase cerca de la costa, parece estar plagada de luciérnagas, estar celebrando, lejos, fiestas y romerías.

Se leen trozos de libro. A veces, los autores, se creen capacitados para interpretar su obra. Un autor puede tratar de explicar sensaciones a partir de las cuales hizo, escribió, esta parte o la otra, pero estoy convencido de que ni puede clasificar, ni interpretar, ni por lo tanto explicar, su obra. La obra ha de explicarla siempre un espectador, mejor cuanto más objetivo.

Mi experiencia personal es que hay ocasiones en que uno se pregunta cómo y por qué escribió lo que escribió. No hay respuesta. Sólo alguien, desde fuera, mediante un análisis de circunstancias, puede acercarse a ella, pero será aproximada, falible.

A medida que me hago más viejo, duermo más tiempo durante cada viaje. No se debe dormir, durante un viaje. El viajero por excelencia fue Ulises. ¿Qué habría ocurrido, cómo hubiera acabado la Odisea si Ulises estuviera dormido cuando llegaron a la tierra de los cíclopes, o a la playa donde Nausicaa acudió a bañarse con sus damas?

¿Qué edad tendría Ulises cuando emprendió su regreso? No debía ser ningún niño, tras del sitio de Troya, donde decían que había tenido la ocurrencia aquélla del caballo, que permitió a los aqueos acabar con el engorroso asunto. Ni sería demasiado viejo, cuando tuvieron que amarrarlo al palo del barco para que no lo arrebatasen los cánticos de las sirenas.

Cuando se presenta un libro, alguien, ya sea su autor, ya otra persona, dice, en primer lugar, antes de que el autor explique lo que bien le parezca, que tiene que situar a autor y obra en el tiempo y en el espacio. Y valorarlos. No hay pesos y medidas para los autores. Lo que suele es darse una visión subjetiva, comentar las sensaciones experimentadas por el que suele haber sido lector.

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