sábado, 26 de diciembre de 2009

Llevaban, la otra tarde,
un ángel malherido,
camino del cementerio de los ángeles,
que está
en el fondo
de la mar.
En el fondo de la mar, en el cementerio de los ángeles
yacen también los pájaros y los niños muertos sin bautizar,
que antes iban al limbo,
y las estrellas
desprendidas
del cielo durante la noche.
En el cementerio del fondo de la mar,
que está hecho aprovechando, que por eso
no las encuentra nunca nadie por mucho que las busquen,
las ruinas
de Atlántida,
las cruces son de espuma,
cada oración el sordo crepitar
de las olas.
Las flores,
son, en el cementerio del fondo de la mar,
pedacitos de nácar,
cristales de roca,
huellas
de pisadas
de peces vagabundos
y peces peregrinos.
En el cementerio del fondo de la mar, como podéis imaginaros
todo es diferente,
menos el silencio
blanco y vacío de los pensamientos y de los sueños
de la Dama del Alba.
Que son, como ella, reflejos silenciosos
del ampo de la nieve.

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