(Tu libertad ha de garantizar, mediante unas reglas que esencialmente la delimitan, la posibilidad de su coexistencia con mi libertad. Sólo así podremos compartirla.)
Me pregunto si se dan cuenta de que esos esfuerzos que hacen para arreglar pedazos de mundo son el tácito reconocimiento de la imposibilidad práctica de reunirse todos para tratar de lograr una especie de orden y concierto medianamente organizados del conjunto. Alguien tiene que haber dicho ya, puesto que casi todo se ha dicho ya antes, que las asambleas de un conjunto de muchos nunca sirven más que para desahogo verbal de algunos, que, proclamado que han sus principios, se desembarazan de ellos y dejan de sentirse vagamente responsables de no tenerlos en cuenta. Ya saben ustedes. El ya proverbial consejo inútil de que los demás hagan lo que les recomendamos, dejando así de seguir nuestro divergente ejemplo.
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