Lo saqué por el contexto, al resolver creo que era un “damero maldito”, el monigote de papel que se cuelga de la espalde alguien para hacerle burla, típico de la festividad de los Santos Inocentes, es decir, de ayer, 28 de diciembre, se llamaba “llufa”- Cuando no conozco una palabra y me “sale” por el contexto en un crucigrama o un damero, a los que, junto con los libros y la música de Nueva Orleans soy adicto, voy a tratar de comprobar mi posible acierto, en alguno de los muchos diccionarios que rodean mi refugio. En este caso, nada, ni llufa, ni lufa, ni cosa parecida.
Cuando me empecino en cosa como ésta, suelo seguir tenaz, obstinadamente el rastro. Pregunté incluso a académicos de la lengua por el nombre del dichoso monigote y ésa fue precisamente la dubitativa respuesta: “monigote"… Hasta ayer. Ayer me encontré con la palabreja en un periódico catalán y lo pensé. Busqué en la red, donde dicen que ahora está casi todo, y allí estaba, incluso con imágenes. Y la segunda sorpresa fue que tiene traducción al castellano y que en el diccionario de la Real Academia, allá por entre el quinto y el séptimo significado de cada una, me encuentro que el dichoso monigote puede llamarse “maza” o “rabo”. A mí me gusta más “llufa”, le va mejor. Y para festejar el hallazgo y puesto que era el día apropiado, me colgué una llufa y me olvidé de ella hasta que a la hora de cenar, mi mujer, muerta de risa, me preguntó quién me había colgado e sambenito de inocente. Callé como un azogado. Nunca te acostarás, dice el refrán, sin saber una cosa más- Y efectivamente, ocurre a veces.
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