En realidad, he de confesar, que se trata de mis digresiones. Por eso, advierto que para cualquier curioso lector, podrían ser poco interesantes, intrascendentes, banales y hasta aburridas. Entonces -me pregunto- ¿para qué las escribes? Aún no he hallado respuesta para esta pregunta.
sábado, 15 de noviembre de 2008
La sucesión de las estaciones, impertérrita, continúa. Lo compruebo esta mañana, de paso con el perro por el camino junto al río, que enfrente queda la ladera de las mimosas. Florecerán, previsiblemente, hacia mediados de enero, como todos los años ha venido ocurriendo, pero si os fijáis, ya no faltan más que dos meses para mediados de enero, cuando estallará la mimosa, que anuncia la primavera en pleno invierno. Y habrá gente, estoy pensando en personas concretas, como cualquiera de vosotros puede hacer, echando la cuenta de los amigos, compañeros y conocidos que murieron este año, que no podrá verlo, y todo sin embargo se producirá igual, impresionantemente inexorable. Otro que tal baila es el río, tozudo en seguir su curso e ir a dar en la mar, que dice el poeta. Los poetas tienen singulares aciertos, en su constante esfuerzo por adelgazar las frases y dejarlas, sin que pierdan el ritmo y a poder ser la rima, mediante las palabras más eufónicas posibles, en el máximo a su alcance de expresividad. Heráclito, además de filósofo, creo que podría haber sido poeta, con aquello de que nadie puede bañarse dos veces en el mismo río. Hoy soy muy rico: tengo media docena de libros en principio interesantes, que esperan mi lectura atenta y tengo tres o cuatro nuevas interpretaciones musicales que escuchar por primera vez. Hasta he de confesar que piensa que soy excesivamente rico, porque me pasa lo que suele cuando tienes vario libros interesantes o varios discos nuevos, que no se sabe, a mí al menos me cuesta saber, por dónde empezar.
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