En realidad, he de confesar, que se trata de mis digresiones. Por eso, advierto que para cualquier curioso lector, podrían ser poco interesantes, intrascendentes, banales y hasta aburridas. Entonces -me pregunto- ¿para qué las escribes? Aún no he hallado respuesta para esta pregunta.
martes, 4 de noviembre de 2008
Un día histórico, eso es lo que podría ser hoy, si en efecto un americano negro llega a la presidencia de los Estados Unidos. Toda la América del Norte más profunda, inmediatamente por debajo de la delgada epidermis de la tolerancia recíproca, se estremece a esta hora, cinco atrás de la nuestra y quedan atrás siglos de una historia tan reciente como es la de los Estados Unidos, recomposición hecha aprisa y corriendo de las muchas variedades culturales de la vieja Europa que atravesaron el mar en busca del paraíso y construyeron uno de los grupos sociales más poderosos de la tierra, y precisamente por eso, uno también de los más débiles, porque nadie es más débil que el más poderoso, con tantas puertas abierta como habitualmente ha de mantener para ejercitar su poder. Tal vez los Estados Unidos sean un ejemplo de lo que podría llegar a ser la aldea global, o un ensayo, con esa inmensa olla en que unas veces se mezclan y otras se separan todas las religiones, las procedencias, las culturas y las razas posibles, formando barrios, pueblos, comarcas y un inmenso puzzle orgullos sin embargo de ser lo que es y por milagroso que parezca con una firme convicción de que el conjunto mantiene una prodigiosa identidad unitaria, posiblemente cuando se haga de noche aquí, proclamando trabajosamente, a través de un complicado proceso electoral, por primera vez, a un negro descendiente apenas separados por media docena de generaciones, si llegan, de la Africa reacia a integrarse en el tercermundismo emergente, empecinada en su cultura tribal, encorsetada por guerras, despotismos, ignorancia y pobreza, y sin embargo deslumbrante en su nueva casa americana, donde se abrieron camino en el deporte, la erudición y a grandes saltos, todo lo demás, hasta llegar tal vez, según todos los pronósticos, mañana al despacho oval de la esperanza kennedyana y tantas novelas, tantas películas y tantas mecedoras de rejilla y tal vez un globo terráqueo como el de Nero Wolfe, en las novelas de Rex Scout o el del Gran Dictador de Charles Chaplin. -
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