sábado, 2 de junio de 2012


Todavía me escuece el epíteto que me endosó un amigo experto, amigo a pesar de todo, que me calificó de imbécil cuando decían que España iba bien y traté de explicarle la que ya intuía entonces que de manera inexorable a la vista de nuestras carencias evidentes, se estaba preparando para un futuro que ni siquiera yo consideraba tan próximo.

Toda una multitud de buena fe estaba predispuesta a creer que la mera entrada en una Europa como la proyectada nos había llevado sin esfuerzo al umbral de la tierra prometida, que manaba leche y miel, donde, por decirlo de modo más usual, se ataba a los perros con longaniza.

Me apunto a la gráfica descripción de Carrascal cuando escribió hace unos días que el famoso estado del bienestar consistía en estar en babia.

Se echan sobre Rajoy, a quien ni conozco personalmente y de las filas del cual me desapunté hace meses, desalentado, defraudado, convencido de que no hay lo que por lo menos yo llamaría partidos, sino grupos de individualidades enfrascadas, cada cual, en poner al día sus pretensiones y apagar las de sus competidores, contradictores y en definitiva “otros”, hasta cuando deberían considerarlos amigos, compañeros y colaboradores. Y no es justo. Ni tuvo medios ni ha tenido aún tiempo de que se produzcan los lentísimos cambios sociales que pueden seguirse de los comportamientos colectivos imprescindibles para que de verdad nos incorporemos a la por ahora incoherente, vacilante pretensión de realizar una idea de Europa que poco ha poco se aleja cada vez más de la de aquella Europa Unida que pusieron en marcha sus soñadores.

Opino que se le debería dar por lo menos la mitad o dos tercios de su mandato para que puedan empezar a advertirse las primeras tímidas consecuencias de un cambio doloroso que nos está transportando desde el ensueño hasta la realidad, desde la alfombra mágica que parecía transportarnos por encima incluso de las nubes, al duro suelo que se ha de hollar para hacer el camino. Ni hay viaje ni peregrinación sin el sudor del camino, su esfuerzo.

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