domingo, 10 de junio de 2012


Las palabras ya dichas, cortadas y en sus versos
se marchitan
como flores cansadas.

Ya no son color ni olor
ni siquiera aliento
del jardín murado en que despiertas.

No sé de ti,
estas lejos,
puede que ni existas.

Ni mi sueño te alcanza
cuando te alejas tanto en la tristeza, que es
nostalgia insaciable de saberte.

Porque no ha habido nunca nada
ni nadie
más que nosotros en el egoísmo de nuestra soledad.

Nosotros
en este planeta nuestro, cada uno,
sin embargo, en las antípodas del otro.

Como reflejos
inalcanzables al alcance de la mano,
espejismos.

Rodeados de gente, enamorados,
amigos, hermanos,
pero solos.

Expulsados
cada uno del otro,
buscándonos.


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