domingo, 3 de junio de 2012


Corre, ve y dile al mundo que es domingo,
y va, la correveidile, a toda prisa,
buscando mundo a quien contar que hoy es domingo.
¿Dónde está, me pregunta, todo el mundo?
Nadie en la calle, más que la perra, al otro extremo
de la correa, y yo que la sigo,
me paro,
ella olisquea, yo escarbo en el fondo de mis pensamientos.

Hay silencio de domingo, olor a pan recién hecho,
pasan, de pronto, disfrazados de turistas,
salidos de nadie sabe dónde,
pensionistas.
Cruzan
peregrinos, con sus mochilas, sus botellas,
los largos cayados,
los ojos
cansados. ¿Voy bien, preguntan
a Santiago?
El rumbo lo lleva, contesto. Usted sabrá
lo bien o lo mal que va.

Los jubilados, incansables,
se fotografían apoyados
en las barandas del puente. Ahora tú, ahora yo. Sácame
que se vean las palmeras.

Las palmeras se mueren de risa y de estorninos. Mi perra
los mira, mira y ladra. Mira que perrita, mira que mona.
Vuelve a ladrar: ¡qué coño mona! –espeta a la anciana turista-
¿es que no ves
todo lo perra que soy?

Compro el periódico,
que, hoy,
también habla
de Mariano Rajoy. 

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