martes, 2 de febrero de 2010

Cuando digo flor, mi voz
no reconoce la vaguedad conceptual de la flor,
sino aquella
flor
concreta,
de aquel color, aquel olor, aquel día,
cuando toda la inmensidad del universo
tuvo su centro exacto
en aquella flor
que tú tenías,
recién cortada, aún viva,
en tu mano, sin verla, indiferente,
mientras ella,
en su agonía,
te adornaba de olor y de color,
de belleza,
de amor.
Cuando digo flor,
recuerdo aquella flor
y tu sonrisa.

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