Ahí arriba, en la parte alta del blog, aparece una barrita donde dice: siguiente blog, y a continuación, dándole que te pego, clic tras clic, van saliendo los monólogos de todos los hamlets del mundo, que son por cierto infinitos, al parecer, o yo estoy ya tan viejo que podría haber llegado al final y reemprendido sin darme cuenta la lista así aparentemente interminable como decía mi ti abuelo hace muchos años cuando iba al cine y se sentaba, como él añadía, en punta de fila y se pasaba la tarde viendo películas diferentes sin parar, en realidad sólo dos, pero que olvidaba, nada más vistas y así eran una y otra vez nuevas, en serie interminable.
Bueno pues hago clic una vez más y aparece una joven chilena que recién acaba de cumplir los veinticinco años que considera ella la tercera parte de una vida que estima ha de durarle setenta y cinco, desde su actual perspectiva de recién licenciada en medicina. Mi enhorabuena, desde el anonimato de lejanía y silencio. Pregunta a continuación si habrá alguien en el mundo que no tenga ego. El ego a que se refiere es esa exageración del yo que nos convierte, a la mayoría, en egomaníacos. Desde sus veinticinco años, augura esta moza perspicacia singular, salvo en lo que hace referencia a la duración de una vida que le deseo mucho más larga y feliz. Todos en efecto padecemos de exceso evidente en nuestra autoestima. La compensamos al atardecer, esos muchos días que al reencontrarnos y vernos como en realidad somos, se nos cae el alma a los pies y se hace añicos como un espejo roto.
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