sábado, 19 de junio de 2010

Tuve el alma de vidrio,
se quebró la mañana
de mi primera
comunión.

¿Quién era yo, aquel niño,
miserable?

Desde entonces,
tengo,
desparramada
por dentro, el agua. ¿Quién eres? ¿Dónde vas?
¿Qué llevas?

No lleva, el pájaro en el aire,
más que el recuerdo de su trino primaveral,
la huella rectilínea
de su voluntad,
¿instinto?,
de llegar. ¿A dónde van los pájaros que vuelan?

¿A dónde los hombres
cuya alma está rota,
y llevan su agua viva derramada, sucia?

Ya no recuerdo cómo era.

¡Quien pudiera regresar
a la madre misma, al instante anterior,
al hecho inexorable de nacer,
con tantas definiciones ya pesando
sobre el libre albedrío!

¡Quién pudiera
a ese mundo de que vengo tal vez,
donde tal vez podría escribirme otra historia,
olvidarla
y nacer con el alma prisionera
de la libertad!

No hay comentarios: