domingo, 11 de enero de 2009

La delicada tecla de la religión, pulsar la cual mueve tantos registros, desde el dogma hasta el escalafón de la clerecía, todo complicado de dudas, excesos, utopías, supersticiones, ambición, curiosidad, angustia vital, limitaciones sin cuento y temerarias hipótesis, amalgamadas sin embargo del prodigioso acervo de buena intención de los mejores, todavía no o ya santos, en un país como éste, que no entiende ni de matices ni de claroscuros, en que todo ha de ser blanco o negro, con respectiva nitidez y desgarradora antítesis. Y sin embargo se me ocurre hoy tocarla, rozarla sólo, apenas, con la idea de que este segundo renacimiento de esta época deslumbrante que estamos viviendo con tanto dolor como ilusión, plagado de desafíos, erizado de problemas, tal vez se esté iniciando con un regreso más atrás aún que en el renacimiento primero, que con tanto trabajo como explosiva fuerza nos arrancó del medievo y resulte ahora necesario ahondar un poco en la milenaria concepción oriental del hombre, recuperar noticia de los claroscuros innumerables de que se compone la realidad, en todos sus ámbitos y mundos, las facetas perdidas, digo mal, sólo olvidadas o tal vez indebidamente desdeñadas, del poliedro humano. Y no para volver atrás, que nadie puede, sino para recuperar todas las perspectivas desde que debe contemplarse la convivencia para irla perfilando y haciendo más y más posible, por compatibilidad siempre en los extremos de cada verdad nada más que supuestamente irreductible, ya que la verdad de que habla cada generación no es más que un icono más o menos perfecto de la verdad verdadera, inalcanzable para unos humanos a que engañan sus propios sentidos y la multiplicidad de circunstancias que se mueven por sí y mueve cada manipulación de consecuencias imprevisibles con que algunos hombres poderosos e inquietos, ambiciosos, mueven a la mayoría, sin duda partidaria de la convivencia en paz.

1 comentario:

Brian dijo...

Buenos días, sinceramente es un enorme placer leer su poesía y prosa, espero que siga escribiendo, y como consecuencia directa o indirecta (como usted prefiera) alguno podamos seguir leyendo sus escritos.

Saludos,

Brian Gallardo