domingo, 11 de enero de 2009

Se está,
hay días, como hoy,
rodeado de soledades. La gente entrañable
que nos rodea va
como ensimismada, lejos,
y queda,
alrededor, como un aire más tenue,
la textura
del olvido posible, de que se vayan todos,
de pronto,
y volvamos a ser el imposible ser
de cuando,
recién nacido a la razón, estábamos
en medio de todas las posibilidades, ávidos
como un desierto,
que, a la vez,
nos atrajo y echó fuera, al sentimiento, a la otra persona
con que
poder multiplicar el dolor,
y la alegría ilusionada de estar vivo,
necesitado
de compañía
y tan herido de esta soledad de estos días
en que Dios,
callado,
inescrutable,
también nos mira.

No hay comentarios: