domingo, 22 de febrero de 2009

Atravesar el mar,
irse
al otro extremo, donde El Dorado
y la Fuente de la Eterna Juventud.

¿Y si gastamos
la vida?

La vida hay que empeñarla,
apostarla,
vivirla.

Si el destino es la luz, para nosotros,
no creo
que podamos llegar empapados
de oscuridad y noche,
niebla.

Con la del alba, hoy,

sonar con lentitud las campanadas
del reloj de la torre. Marcaron,
pausadas,
sin prisa,
la cadencia del andar del tiempo.

¿Y si la eternidad no fuese
más que el resto del trazo de la línea, el camino,
que caminamos,
que dejamos marcado de este lado del espejo,
en esta playa de que parto para atravesar el mar,
irme
al otro extremo?

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