En realidad, he de confesar, que se trata de mis digresiones. Por eso, advierto que para cualquier curioso lector, podrían ser poco interesantes, intrascendentes, banales y hasta aburridas. Entonces -me pregunto- ¿para qué las escribes? Aún no he hallado respuesta para esta pregunta.
lunes, 9 de febrero de 2009
Dime cómo consigues, buen padre Dios, inmóvil, la rica variedad y la policromía simultánea de todos los paisajes, a la vez que el silencio interminable del universo, constante en el jadeo de vida de su majestuoso movimiento.
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