sábado, 27 de marzo de 2010

Desde esta soledad de la mañana
que se anuncia
con espuma de luz,
siento latir bajo mis pies la tierra,
oigo
ruido de estrellas que pasan,
con la mar, allá lejos,
estremecido hoy de viento,
es como si aún sonara,
mientras decide el sol si echar una mirada,
inventar los colores,
el eco
de la voz de el buen padre Dios
acabando su obra de crearnos,
precisamente aquí,
en esta esquina indecisa del amanecer,
y de toda la inmensa multitud
que todavía duerme,
no se si habrá alguien más
no se si todavía o ya despierto
que comparta conmigo el inmenso dolor
de esta hermosa esperanza de vivir.

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