domingo, 7 de marzo de 2010

Leo ensayos de Chesterton, por ejemplo, y me pregunto qué estoy haciendo aquí. Emborrono indignamente papel, desconozco olímpicamente aquel consejo de Noel Clarasó de que no se escriba cuando no se tenga algo que decir que o se haya dicho ya mejor o distraiga a otros de la posibilidad de leer cosas más importantes que las que a nosotros, a mí en este caso, se nos ocurran. Debería callarme, y no puedo, hay una energía, en que la vida consiste, que me hace escribir, aún consciente de que quien me lea está perdiéndose a cambio de mi banalidad hermosos ensayos, novelas preciosas, sorprendentes poemas.

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