En realidad, he de confesar, que se trata de mis digresiones. Por eso, advierto que para cualquier curioso lector, podrían ser poco interesantes, intrascendentes, banales y hasta aburridas. Entonces -me pregunto- ¿para qué las escribes? Aún no he hallado respuesta para esta pregunta.
viernes, 20 de mayo de 2011
Ser Nadie, para afrontar el peligro de los cíclopes, como Ulises. Pero es difícil, ser Nadie, ahora mismo, en esta estado del mundo, con tantas cámaras vigilando por si llegan los malos cualquier noche, al desamparo de la oscuridad. Noche oscura –dijo el poeta- del alma. El alma, en la oscuridad, por una parte se entristece, pero por otra siente crecer en sí la esperanza de la luz y del alba. Graban el paso de los noctámbulos, con indiferencia. A las cámaras las trae sin cuidado que sean buenos, malos o indiferentes, los que pasan, ellas los retratan y olvidan con objetivo de enfermo avanzado de Alzheimer, ya olvidado incluso de sí mismo, ensimismado así en no ser, ausente. Las cámaras coleccionan así poco a poco, la procesión de los trasnochadores más impenitentes y escriben con ella una desconocida historia del mundo, su mundo, que nadie sabe con plena seguridad si es el mismo.
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