En realidad, he de confesar, que se trata de mis digresiones. Por eso, advierto que para cualquier curioso lector, podrían ser poco interesantes, intrascendentes, banales y hasta aburridas. Entonces -me pregunto- ¿para qué las escribes? Aún no he hallado respuesta para esta pregunta.
domingo, 29 de mayo de 2011
Ganador el Barcelona, templando, mandando, como gusta ver que gana el equipo que prefieres, sin malos modos ni salidas de tono, navegando de bolina por el campo, engantusando al otro, comiéndole el terreno, escondiéndole la pelota con una sonrisa, como pidiendo disculpas por jugar divertido, hábil, armónico, repartiendo los goles entre los delanteros y al final pidiendo disculpas: ¿qué le vamos a hacer?, alguien tiene que ganar y mejor que seamos nosotros y que haya sido por nuestros propios méritos, después de un largo camino, como colofón brillante del año. Y los aficionados, derretidos, encandilados, mutados en aplauso unánime, regalado con entusiasmo. Hay días, noche en este caso, que da gusto haber vivido y poder recordar luego, días, digo noches, por un fugaz instante, radiantes. Y ustedes disculpen el arrebato, pero es que ya dice el Eclesiastés que hay un tiempo para cada cosa. Incluso para estas menudencias lúdicas, que te ponen la pizca de alegría, el sorbo de agua limpia de la banalidad futbolística, o de otros juegos imaginables, en estas ocasiones tan divertida y alegre.
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