martes, 17 de mayo de 2011

Cuando los teóricamente revolucionarios están ya en el poder y acreditaron su fracaso personal y colectivo y lo disparatado de su ideario más característico, la única vía posible hacia la cordura pasa por el restablecimiento del ritmo evolutivo del grupo social que suelen marcar los más retrógrados, para en seguida ponerse el resto de los humanos, en el grupo de los cuales me considero, a la labor de corregirlos y reconducirlos al necesario cambio social impuesto por la mudanza ocurrida en todo cuanto es circunstancial para el hombre de nuestro tiempo.

La mudanza de lo circunstancial, no es sin embargo la medida del cambio necesario, en cuanto procede siempre tratar de conservar, de lo viejo, aquello que todavía sirve, y, singularmente, los principios que todavía no hayan sido sustituidos por otros que parezcan más válidos. Creo que es urgente que los filósofos se dejen de elucubrar en vacío y se pongan a pensar, discernir y seleccionar los principios válidos que nos quedan y los que han brotado de las mudanzas habidas.

La sociedad debe cambiar hacia una administración más racional, que recupere su condición de servicio, mejorado por las nuevas posibilidades técnicas, pero siempre para mejor y más eficaz servicio de todos y cada uno de los ciudadanos. Como Martín Lutero King, me permito yo también el lujo de soñar, y sueño con el restablecimientos auténtico, honesto, veraz, de la división de poderes, única garantía válida y eficaz para un orden de convivencia democrático, y sueño con la desaparición real y verdadera de la profesión política, o que requiera, si no, una formación universitaria previa, con su primera y su segunda enseñanza después, como cualquier otra disciplina, y asimismo me permito soñar con la declaración legal de la condición de inembargable del inmueble que sirva de hogar familiar, previamente registrado como tal y que lo sea en realidad del deudor.

Sueño además con que a partir de ahora por lo menos, cuando se escriba la historia, se escriba la de los fracasos sufridos en cada capítulo por el género humano y cuáles fueron sus consecuencias más tristes, para así tratar de evitárselos a los humanos del capítulo siguiente.

Sueño con la solidaridad total para con los incapaces por vejez, enfermedad o invalidez, y, en general, para con los derrotados en la implacable lucha de la vida.

Sueño con una justicia que le pueda a la injusticia.

Sueño …

No hay comentarios: