Telefonema urgente: “Ni Paco está limitado por Jovellanos ni Jovellanos puede limitarse a Paco”. Y, sin más, sin identificarse siquiera, colgó, creo que airada.
Estamos de acuerdo. No es para ponerse así. Ni uno es otro ni otro es uno, pero Paco es jovellanista, en cuanto está atrapado, con su personalidad propia, diferente y diferenciada, por un dilema muy parecido al que atrapó a Jovellanos en su época: la aparente alternativa entre lo clásico y lo deslumbrante por nuevo, que inexorable nos llega, inunda, condiciona.
Y asimismo estoy de acuerdo en que Jovellanos lo afrontó a su manera y Paco lo hace a la suya, con lo que hay diferencias sustanciales entre los modos de uno y de otro, que se parecen sin embargo en que el mismo esfuerzo, que, repito, cada uno a su manera, hacen, lo hacen para resolver el mismo dilema, que, históricamente, suele reiterarse.
Otro parecido está en la capacidad de abarcar una delimitación del espacio y planificarla, en la medida de lo posible, para tratar de afrontar el futuro que viene, de acuerdo con sus probables características, en parte condicionadas por el pasado y en parte imprevisibles, pero que, en cuanto humanas, de algún modo repito que probables y para las que se necesita tener preparado el ámbito social y económico delimitado.
La osadía de enfrentarse con su tiempo caracteriza a determinadas personas capaces, como primera característica, de anteponer el estudios del problema y la búsqueda de soluciones a su propia utilidad personal. Hace mucho tiempo, leí en un libro cuyo título y autor he olvidado, la que siempre me pareció deslumbrante afirmación de que en una cordada alpina, el miembro que sabe, en caso de necesidad, hacer algo para beneficio del conjunto, está, sin más, obligado a hacerlo.
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