sábado, 21 de mayo de 2011

Nadie se atreve a decir qué pasa en la Puerta del Sol, donde una pequeña multitud se ha reunido a protestar contra lo que hay y contra lo que se avecina. No apuntan soluciones. Concurren en la idea de que no se debe seguir así-

-¿Cómo es “así”?

Ignoro si hay quien lo sepa o a quien echan la culpa, pero está claro que quieren que algo cambie en los modos de vida de la generación que constituyen.

-Pero es que son de varias …

De todas las que allí están representadas y de las que por diversas razones no fueron, pero están virtualmente.

-¿Cuántos?

Eso le gustaría a mucha gente saber.

Creo que vendrá alguien, o que brotará alguien de toda esta confusión de ahora mismo y este clamor se modulará, formulará, escribirá …

Por de pronto, ni se atreven unos a sacarlos de la calle, ni osan los otros criticar a los “unos” por ello. El sutil equilibrio de la protesta, podría derivar hasta enfrentarse con cualquiera que pudiese querer interpretarlo, prohibirlo o entenderlo.

¿Dónde están los que decían que España iba bien? Seguro estoy de que si se lo explican y demuestran a la masa rebelde, la podrían convertir en pan caliente. Y si no era verdad, ¿por qué insistieron tanto y tantos? ¿Porque iba bien para algunos? Un momento. A lo mejor el quid está ahí, en que iba bien, pero sólo para algunos y no de modo homogéneo. Y si es así, eso tiene un principio de solución relativamente fácil. ¿Habiais –vosotros, los que mandáis- habíais oído hablar de la solidaridad social? Por ahí podría ir el camino, “árduo y difícil”, decía Somerset Maugham, “como el filo de una navaja”. ¿Cuándo dijo alguien que fuese cosa fácil esto de vivir?

Sospecho que ha venido –y, como es tradicional, nadie sabe cómo ha sido- la primavera del futuro. Desapacible, destemplada, como la primavera suele ser, impredecible. El silencio de toda esa gente ahí, con su imposibilidad de ponerse de acuerdo, si inercia, tendría que desazonar a quienes deberíamos estar reflexionando, pero en realidad ya lo teníamos todo decidido sin previa reflexión. Otra posible pista. A lo mejor, el camino, que ya opiné por donde podría empezar, podría también seguir por que nos esforzásemos en una reflexión seria.

Leo en un periódico que dentro de no sé cuántos miles de millones de años, el sol habrá mutado a gigante roja y nos habrá secado el habitáculo, acabado la buena vida, extinguido la especie. Probablemente entonces no estemos aquí para verlo.

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