martes, 3 de noviembre de 2009

No habrá fin del mundo, puesto que la eternidad
es, en la mente del hombre,
último reducto
de la energía en que la vida al final consiste,
inacabable.

Se destruirá la tierra,
arderá, tal vez,
el sistema solar, será más delgado, más tenue
el tejido
de que está hecho el universo.

Pero no acabará nada, ya nunca,
sino que irá reinventando modos,
formas
inimaginables en que la energía
bailará danzas de estética increíble
y la inteligencia alcanzará la luz,
a la vez que la sombra suprema.

Y una parte infinitesimal de nosotros
estará ahí
y hasta puede que nos reconozcamos
en el paroxismo
de un inacabable acto de amor sin límites.

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