Soy, aquí donde me ves,
residuo de caminos y quereres, milagro de existir
y mi destino es un misterio,
soy,
nada más ni menos,
que un hombre, empeñado en seguir, obligado
a concretarse y tal vez
desaparecer,
por la desconocida máquina del tiempo,
que me arrastra y lleva
como hace cualquier río
con los reflejos que atrapa al pasar.
Soy la huella, todavía estremecida,
de un amor ya tal vez olvidado,
o
es posible que plenitud,
ahora,
cuando soy la última hoja del árbol
que vivió un momento
y el viento
desgajó en seguida con las ramas desnudas,
clamando
por su imagen, hundida en el espejo.
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